
He compartido en instagram una historia con una foto de Marc y una conversación que tuvimos. Me habéis escrito muchos diciendo que os ha gustado y me ha hecho pensar…
Se me ha ocurrido, que puedo ir escribiendo estas pequeñas anécdotas para compartirlas con vosotros y también para que queden en algún sitio guardadas para el recuerdo.
Os contaba que el otro día estábamos en el jardín y Marc me llamó señalando el cielo, » ¡Mamá, mira!, ¡la luna!, quiero tocarla. » Y se estiraba para intentar alcanzarla y saltaba para llegar más alto. » Mamá, prueba tú, salta muy alto» y ahí me veis, dando saltos para que viera que no llegaba.
Así que me puse de rodillas en el suelo para estar a su altura, y le dije que no podíamos tocarla, que estaba muy lejos, y solo podíamos mirarla.
«Mamá, tengo una idea, podemos llamar al abu, que traiga su escalera que es muy grande, y me subiré teniendo cuidado».
Su respuesta me hizo sonreir, pero también pensar… que si él quiere hacer algo, aunque cualquier persona le diga que es imposible conseguirlo, él seguirá intentándolo y buscando la forma de lograrlo.
Y si, tropezará, se equivocará, pero volverá a intentarlo y si aun así, no lo consigue, estoy segura de que aprenderá, porque así se logran las cosas.

Es algo que creo que todos los niños lo tienen, el insistir hasta conseguir lo que quieren o hasta que ven con sus propios ojos que es imposible.
Y parece que eso lo vamos perdiendo o por lo menos olvidando en algunos momentos, ¿ por qué tenemos que parar de intentarlo porque alguien nos lo diga? sobre todo, cuando alguien nos lo dice sin que le hayamos preguntado… Es posible que muchas veces tengan razón, que los consejos vengan de alguien que nos quiere y no quiera vernos darnos un tortazo… pero también es cierto, que hay veces que en esos fracasos, lo mas importante es el camino recorrido y las lecciones que has aprendido.
No tengamos miedo a equivocarnos, no dejemos caminos sin recorrer por el miedo al fracaso, es la única forma de no quedarnos con la duda de qué hubiera pasado si lo hacíamos, o por lo menos si lo intentábamos.
Visualicemos esa luna que tenemos lejos y pensamos que es inalcanzable. Estiremos los brazos, saltemos alto, cojamos la escalera más grande del mundo, y no nos conformemos solo con mirarla.
¿Lo intentamos?
La imagen de este post es del libro Adivina cuánto te quiero de Sam MacBratney ilustrado por Anita Jeram. Uno de los libros favoritos de Marc.
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